¿Por qué?

Vivimos en un mundo definido por la velocidad de los cambios. Un mundo que necesita cada vez más de ideas, de pensamientos, de valores humanistas, de la empatía. ¿Cómo dotamos de significado a los cambios de hoy?
Quienes se desenvuelven en las Humanidades y en las Ciencias Sociales suelen ser quienes plantean las preguntas esenciales. Los que cuestionan el status quo. Los que, en medio del vertiginoso ritmo de la inmediatez, de los resultados, de la productividad, se preguntan por el sentido de lo que hacemos, el sentido del ser humano.
¿De qué modo participamos en la globalización si no comprendemos quiénes somos y qué es aquello que nos hace singulares como personas, como ciudadanos, como nación? Sin las Humanidades no es posible traer al presente las lecciones del pasado, ni comprender mejor lo que nos hace humanos a través del arte y otras manifestaciones de la cultura, ni dotar a los acelerados cambios científicos y tecnológicos de un marco ético. Sin las Ciencias Sociales -como la Economía, la Sociología, la Geografía-, no es posible transformar el crecimiento económico en verdadero desarrollo: aquel que, más que riqueza, lo que crea es una sociedad equitativa, justa, creativa, humana.
Textos y entrevistas del sitio: Carmen Sepúlveda, periodista.

Nuevo libro de Ediciones UAH relata la historia de la población afroindígena en Chile

Mayo, 2023 | Entrevista, Home UAH, Sociedad

Montserrat Arre

Historiadora Universidad Católica

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¿Por qué sabemos tan poco de la población afro en nuestro país y casi nada de cómo se relacionaron con los grupos indígenas? La historiadora de la Universidad Católica Montserrat Arre lleva años investigando este tema y es clara en decir que fue una decisión de Estado blanquear a la población y el relato histórico.

por Carmen Sepúlveda

En Chile la población afrodescendiente existe, pero de su origen y cultura se conoce poco o nada. Una reciente encuesta regional los reconoce como la segunda etnia mayoritaria en Arica después de los aymaras, representando un 4,7% del total de habitantes de la región. El libro “Historia afroindígena en Chile, Perú y Bolivia. Reflexiones y propuestas teóricas”, publicado por Ediciones UAH, reflexiona sobre la relación que se dio entre la migración africana con las poblaciones indígenas.

Este libro fue convocado por el “Proyecto Afro-Coquimbo: La historia después del olvido”, integrado por los historiadores y editores Montserrat Arre, Luis Madrid, Rafael González y Andrea Sanzana. Participaron con ensayos el historiador Carlos Cisternas; el afrodescendiente chileno Cristian Báez; la historiadora Maribel Arrelucea; la doctora en historia Paola Revilla; y la antropóloga Nicole Chávez.

La investigadora Montserrat Arre cuenta que este estudio comenzó en 2008 en la región de Coquimbo: “Fueron dos investigaciones que realicé, una sobre la presencia afrodescendiente en general y luego en niños esclavos en particular y siempre intenté potenciar a alguien de la región de Coquimbo. En 2017, cuando estaba haciendo mi doctorado relacionado con razas, se interesó el Centro de Estudios de Historia y Ciencias Sociales que coordina Rafael González y ahí prendió el interés de la Corporación Municipal Cultural de Ovalle”.

—Este libro reúne seis ensayos que responden la pregunta de por qué la historia deja fuera la presencia de la población afroindígena. ¿Qué concluye el libro?
—Primero, que existen. Nosotros revisamos partidas de bautismos y aparecen personas cholas que no eran mestizas, sino que afroindígenas con unas mezclas mucho más complejas de castas.

—¿Qué se entiende por “cholo”?
—Un cholo era mucho más complejo: como los zambos que no son mestizos, sino que son afro con mezcla de población indígena.

—Durante la colonia, ¿en qué condiciones llegó la población afro a Sudamérica?
—Los afrodescendientes llegan al continente por una trata trasatlántica que ingresó por diferentes rutas: la principal y por sobre todo en el siglo XVII hasta el XIX es por Buenos Aires. Ahí llegó una cantidad enorme de esclavos africanos y muchos de ellos pasaron por Santiago y se repartieron por diferentes lugares. También llegaron a Chile desde Cartagena de Indias a través de El Callao, que es una ruta más larga.

»Reconocemos una trata interna de personas que nacen de madres esclavas, son hijos de dos negros o negras africanos, como se les decía en ese entonces “negros esclavos”, que tienen hijos que también son esclavizados. Entonces surgen los afroindígenas, porque muchas mujeres esclavas tienen hijos con hombres indígenas, o ya mestizados previamente, o por castas indefinidas como los cholos.

»Hay que entender que no es que haya habido en Chile una población mestiza y de repente llegaron los africanos y se mezclaron con algunos, sino que la constitución de la sociedad chilena y latinoamericana se conformó desde el origen con poblaciones europeas, africanas y originarias de diferente tipo.

—¿Qué explicación existe de la ausencia del fenotipo afro en los chilenos y chilenas?
—Hay una lejanía del fenotipo africano o negro porque evidentemente las migraciones forzadas de africanos a Chile no se extendieron durante el siglo XIX. Se detuvieron en términos formales en 1823 cuando se abolió la esclavitud. Posteriormente, hubo un intento y un esfuerzo sistemático del gobierno y del
Estado de evitar la llegada de nuevas migraciones africanas.

—¿Las autoridades de la época tenían prejuicios asociados al racismo?
—La idea de blanquear a la sociedad chilena fue un acto voluntario, a conciencia, por una necesidad de parecernos lo más posible a Europa. Entonces, había que limitar y evitar que cualquier persona negra de origen africano o esclavizada entrara al país. Por eso se prohibió y hubo un olvido absoluto de esta presencia. Pero una vez que dejaron de ser esclavos se convirtieron en chilenos o chilenas y son nuestros
ancestros.

—Entonces llegamos a la actualidad pensando que no existieron…
—Todo el mundo intelectual eliminó la memoria de los africanos en Chile. Pero si ponemos atención a la gente de pueblos más pequeños o de lugares más al norte de Santiago, nos daremos cuenta de que los fenotipos africanos sí se han mantenido y que no los vemos porque no nos contaron esa historia.

—¿Se sabe cuántos eran?
—Es muy difícil hacer una estimación de cuántos llegaron, primero porque la migración africana duró trescientos años. Llegaron acá esclavizados y ese conteo no se ha hecho. Lo que sí sabemos es que desde 1570 hasta 1823 llegaron al territorio nacional. Hay censos y empadronamientos en distintos lugares hacia el siglo XVIII y principios del XIX y ahí aparecen censados los negros y los mulatos, pero son estimaciones. Lo que sí sabemos es que, en Coquimbo, en 1778, en la zona del Limarí, aproximadamente, el 50% de personas registradas fueron identificadas como negras o mulatas. Y para el año 1813 hubo otro censo en esta misma zona y el dato vuelve a oscilar entre 30 y 40%. Eran poblaciones activas, visibles, que participaban activamente en los espacios militares antes de la independencia.

»Es un porcentaje muy alto, comparado con que hoy, en Colombia, el porcentaje que se reconoce como afrodescendiente es solamente el 10%.

—¿Cuáles son las fuentes que consultaron para esta investigación?
—Documentos parroquiales de bautismo, matrimonios, defunciones; archivos militares; documentos judiciales; cartas de ventas y de libertad que aparecen en los registros notariales, porque el esclavo compraba su libertad o se la daban cuando el amo testaba y los dejaba libres siendo adultos o ancianos. Por último, lo que también se ha abordado son los documentos jesuitas, porque una vez que los expulsaron quedaron los inventarios de los esclavos que trabajaron en sus haciendas.

—¿Qué es lo más original que aporta esta publicación para el debate actual?
—La conjunción de lo afro con lo indígena es lo más original que proponemos por la posibilidad de pensar las temporalidades desde esta perspectiva y hacer historia colonial en la actualidad desde el aporte afroindígena.

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