María Paz Trebilcock, socióloga UAH: “Los académicos si queremos vivir procesos de cambios tenemos que participar de esos cambios”
La pandemia del COVID19 durante el año 2020 y la crisis posterior al 18 de octubre de 2019 son procesos que han cambiado de forma vertiginosa nuestras formas de vida, de trabajo, de estudios y también de relacionarnos. Chile cambió y desde la sociología surgen nuevas preguntas de los procesos colectivos. La Doctora en Sociología de la PUC, María Paz Trebilcock, entrega ciertas luces de lo que tenemos que hacernos cargo: “Lo que necesitamos entender en esta nueva era es el rol de nuestra coopresencialidad”, dice.
– ¿Usted cree que estamos escribiendo una nueva historia social del país a partir de esta pandemia? –
-Creo que sí, hay un montón de cambios que impone la pandemia sobre todo en el mundo del trabajo, si bien el teletrabajo era un tránsito que se venía haciendo hoy se acelera y lo que regía anteriormente queda obsoleto. La misma ley del teletrabajo es muy importante actualizarla y que recoja las demandas que son condiciones que se van a mantener durante harto tiempo más. Como sociedad nos dimos cuenta que trabajando desde la casa no necesitamos viajar para llegar a una reunión y que podemos tener coordinaciones eficientes, aunque estemos conectados virtualmente, todo eso implica que de alguna manera estamos ante nuevos desafíos que quizás tienen que ver con cuál es el rol de la coprensencialidad en el desarrollo de la vida cotidiana. Esas creencias de que Chile era un país poco productivo y que nos íbamos a tomar un cafecito en la media mañana para compartir con un compañero, esa cotidianeidad ya no está dada porque cambiaron los niveles de cómo nos relacionarnos con el otro.
– ¿La virtualidad nos hizo más productivos? –
-No sé si de alguna forma somos más productivos ahora, creo que finalmente el trabajar desde la casa tiene una serie de repercusiones. Hoy el espacio familiar está súper recargado desde todo punto de vista y hacernos cargo de las tareas productivas y reproductivas en un mismo lugar es mucho más difícil de separarlo en términos de horarios. Hoy las rutinas de trabajo son otras, hay gente que está trabajando desde más tarde hasta más tarde o desde temprano hasta más temprano porque se eliminan los tiempos de desplazamiento.
“Las redes sociales van a perpetuar las desigualdades de base que tenemos o ayudarán a paliarlas”
-Habermas decía que nunca habíamos sabido tanto de nuestra ignorancia ni sobre la presión de actuar en medio de la inseguridad. Desde la sociología cómo se enfrenta este estado tan complejo.
-La incertidumbre nace de la urgencia de cómo podemos vivir juntos siendo radicalmente distintos, la sociología se hace cargo del orden social y hoy enfrentamos un sinfín de incertidumbres. Lo que hacemos es hacernos las preguntas para poder enfrentarlas y evaluar cuáles son las respuestas de los actores e investigarlas. Lo que pasa es que los sociólogos al estudiar las estructuras sociales tenemos herramientas diferentes, los sentidos no están puestos en el caso individual como lo puede hacer la psicología, nuestro trabajo es desde lo colectivo y la sociología reconoce la visión política de la investigación y puede lidiar con esa incertidumbre porque tenemos una base teórica y metodológica que nos permite evaluar distintas disciplinas. En ese sentido, los temas obligados que vamos a tener que estudiar es la naturaleza y la redefinición de los vínculos sociales en el marco de la copresencialidad mediada por las tipologías de la comunicación. Ahí entra la separación de la esfera de los trabajos productivos, las disposiciones del espacio público o los usos del espacio en estos escenarios y las preguntas tendrán que ver con qué pasa con los vínculos que se privilegian con redes sociales homogéneas, qué va a suceder en contextos más desventajados y cómo se acopla todo esto con la desigualdad. Las redes sociales van a perpetuar las desigualdades de base que tenemos o ayudarán a paliarlas.
– ¿Qué hemos aprendido de todo esto? –
-Hay varias cosas que se pueden sacarse en limpio, pero más que especular es entender el rol de nuestra copresencialidad en esta nueva era. Creo que una de las tensiones que se han producido es entender cómo reafirmar los vínculos sociales en el mundo cotidiano que desde los dispositivos tecnológicos no se suplen, hay que ver cómo se va a volver a conjugar en este marco.
-Según su experiencia, el diálogo profesor-alumno: ¿resultó mejor con una generación nativa digitalmente?-
– Lo que hemos observado con los dispositivos es que los alumnos manejan muy bien las tecnologías como wasap o Instagram, pero hay cosas que no manejan tan bien como por ejemplo los programas de Word, de Excel o los de procesamientos de datos y de alguna forma la pandemia ha hecho que las formas de enfrentar el estudio sean mucho más de observar lo que dice el profesor más que de proponer. Y ahí hay que generar metodologías que ayuden a lograr más acciones participativas, pero en la sala de clases presencial lo que les cuesta a los alumnos es motivarse por el aprendizaje y eso se replicó en las clases virtuales. Quizás tiene que haber un cambio de otro orden que desafíen las formas de los procesos educacionales, y en ese cambio está también la relación que tienen los jóvenes con la autoridad, que es mucho más cuestionada y tensionada porque no la validan.
– ¿Qué le enseñó el estallido social a la academia? –
-Lo que nos enseñó el estallido es que la academia estaba súper restringida en las discusiones, la valoración de la academia es cumplir con los artículos indexados, con la producción en investigación y nos quedamos en un diálogo entre científicos. Lo que enseñó la revuelta es que esa investigación que se hace prolijamente con una mirada desinteresada, hoy día tiene que conversar mucho más con la gente, porque no nos sirve de nada dejar el conocimiento en las cuatro paredes, nosotros queremos generar cambios sociales, aportar con evidencias hacia temas que suceden hoy y es necesario bajar a las bases. Es una dinámica compleja, por un lado, nos evalúan por la cantidad de producción en investigación y a la vez, todo lo que pasa en la calle es una tensión cuando los académicos tenemos mucho trabajo administrativo y si queremos vivir procesos de cambios, tenemos que participar de esos cambios, hay una fuerte crítica a la producción del conocimiento y si queremos cambiar eso debemos levantar la voz.
– Elizabeth Lira decía que los chilenos perdimos el propósito de la vida y que conversamos muy poco del sentido de cómo queremos vivir. Desde su mirada: ¿Qué nos preocupa a los chilenos? –
– Estoy de acuerdo con la profesora, creo que los propósitos se han ido individualizando en el sentido de que si uno mira las encuestas, siempre aparecen temas que tienen que ver con la satisfacción de necesidades individuales: menos delincuencia, más pensiones o mejores sistemas de salud. En el fondo lo que se pone en tela de juicio tiene que ver con cómo nos hacemos cargo del colectivo. Nosotros vamos a escribir una nueva Constitución para que las demandas que se piden sean garantizadas por el Estado, pero siempre desde una mirada individual. En ese sentido, creo que esta es una oportunidad para idear en una sociedad que se piense de una forma distinta. Hay que poner un marco de relaciones que enfatice deberes y derechos. Pensar cuál va a ser mi aporte social, porque todos coinciden en que los grandes perjudicados son de una clase media que se ha visto empobrecida, que vive del endeudamiento. Esto nos obliga a reflexionar en una nueva forma que incluya un sentido de hacernos cargo de nuestras responsabilidades y deberes sociales para que tengamos una sociedad más sustentable en el largo plazo.
– Más allá de lo público la pandemia a nivel de lo privado trajo una nueva conformación del espacio íntimo con nuevas tensiones. ¿Cómo lo ve usted? –
-La familia ha estado muy tensionada y sobrecargada porque ha absorbido los riesgos sociales, pero esto no es nuevo en nuestro país sobre todo con la absorción de los modelos neoliberales. En Chile lo que hemos hecho es privatizar servicios que en otros países tienen arreglos diferentes. A la familia le ha tocado muy fuerte el tema de la educación, la salud, la falta de trabajo, decidir si poner o no a los hijos a trabajar, pero esto no es nuevo, son efectos retardados y aumentan en una economía de capa caída. Lo que vemos es que eso genera repercusiones diversas y en consecuencia dejamos de participar del sistema.
Links UAH:
María Paz Trebilcock, Directora del Departamento de Sociología
Magíster en Sociología
Departamento de Sociología
Facultad de Ciencias Sociales
Postgrado UAH
Ediciones UAH
Otras publicaciones que te pueden interesar
Amaranta Alfaro: «Un 40% de los y las migrantes en Chile ha dejado de seguir a medios de comunicación en Internet para evitar discursos de odio»
Amaranta Alfaro Académica e investigadora del Departamento de Periodismo. Compartir esta publicación En las plataformas de los medios en Internet es común ver mensajes que catalogan a la población migrante con características negativas. Ante esto, el...
Nicolás Pedemonte Rojas, director del Centro Vives: «Urge garantizar una migración regular que permita a las personas participar de forma plena y formal en la sociedad»
Nicolás Pedemonte Rojas Doctor en Sociología por la Universidad de Barcelona y director del Centro Vives UAH. Compartir esta publicación El estudio titulado “Nuevos contextos migratorios desde la pandemia: una mirada estadística de América Latina y el...
Eduardo Abarzúa: «El IDIAS es una apuesta por fortalecer la democracia y la cohesión social en Chile a través de un diálogo más inclusivo y participativo»
Eduardo Abarzúa Vicerrector Académico de la Universidad Alberto Hurtado. Exdecano de la Facultad de Economía y Negocios UAH. Compartir esta publicación En un país donde las dinámicas laborales y sociales se encuentran en constante evolución, la...