Por qué los estudiantes secundarios movilizados en el 2005 cantaban “Qué vivan los estudiantes” de Violeta Parra o ¿qué sentido cobra “Arauco tiene una pena” en la defensa de la Araucanía del 2018?”. La nueva canción en la movilización social de la década del 2005 al 2015 es la tesis de Alonso Nuñez del Magíster en Musicología de la Universidad Alberto Hurtado.
A los 5 años comenzó a seducir a la que hoy es su compañera, la guitarra. Su papá, profesor de música le preguntó si quería aprender a tocarla, y dijo que sí. Ahí comenzó una vida llena de búsqueda de sonidos y de acordes inventados. Es Alonso Núñez, cantautor profesor titulado en la Universidad de Playa Ancha y candidato a Magíster en Musicología Latinoamericana de la Universidad Alberto Hurtado. Su tesis es la investigación “Canción Nueva. Canciones y movimientos sociales en Chile. 2005-2015”, una riguroso rastreo de cómo la canción social se empoderó del movimiento estudiantil, entre otras luchas del Chile democrático.
Alonso Núñez es compositor que se ha ganado un espacio en la escena del sur del país, especialmente en Coyhaique donde ha sido reconocido por su compromiso con las demandas sociales. En el 2004, 2005 y 2006 participó como invitado en el Encuentro de las culturas Aike, visión de la Patagonia, que reúne a artistas nacionales en la ciudad de Coyhaique. En este encuentro realizó conciertos con músicos como Schwenke y Nilo, y Alexis Venegas, y compartió charlas informativas con artistas como Silvio Caiozzi (cineasta), Talo Rodríguez (escultor) y Manuel Huerta (cantautor). En abril de 2008, abrió el concierto de la Cumbre por una Patagonia sin represas en la Estación Mapocho de Santiago, donde cantó con Vicentico y Sol y lluvia. En el 2009 recibió el reconocimiento de la Comisión ética contra la tortura por encontrar en su trabajo un aporte a la defensa de los Derechos Humanos.
Más allá del quehacer y los reconocimientos, fue en el 2014 cuando mientras daba charlas sobre la Canción Chilena en la carrera de Sociología de la Universidad de Querétaro enfrentó una nueva búsqueda. “Casi me quedé estudiando en la UNAM, pero un profesor de esa universidad me recomendó el trabajo de Juan Pablo González. Había leído mucho al profesor Juan Pablo para mi tesis de pregrado y pensé que sería bueno poder entrar ahí y así lo hice, postulé, presenté un proyecto de investigación, fui a las entrevistas y quedé, no había más que hacer que entrar”, recuerda.
Para Alonso que está a punto de defender su tesis, el programa destaca por ser un espacio de pensamiento en torno a la música, muy bien estructurado por la literatura propuesta en cada curso que aporta al crecimiento. Otro punto a favor fue la generación de músicos que coincidieron en esta labor académica, todos muy inquietos intelectualmente: “Cada uno de mis compañeros llevaron tremendas propuestas en sus trabajos de tesis. Es hermoso ver cómo estos trabajos van a ampliar los horizontes para poder contar la historia desde la música”, dice. Los trabajos de tesis presentados van desde los aportes de la música ranchera, bares de música, mujeres y jazz, inmigrantes y sus prácticas musicales en Santiago, música para cine, chinchineros y estudios sobre el grupo Congreso.
-¿Qué defines como canción nueva?-
-Un profesor nos decía que “el problema de llamar a algo nuevo, es que al tiempo envejece”, pero yo me preguntaba ¿qué pasa con “Qué vivan los estudiantes” de la Violeta en contexto de movilización de 2011? O ¿ qué sentido cobra “Arauco tiene una pena” en la Araucanía del 2018?, creo que la canción social tiene eso, un carácter de frescura, son canciones que energízan los movimientos sociales, que tienen un vínculo especial con las demandas que va más allá de la masividad y de la época en que fueron concebidas, la sensación actual según encuestas es que Chile aún “limita al centro de la injusticia”, son las demandas de casi todos los movimientos sociales en la actualidad, un país más justo.
¿Cuáles son las preguntas fundamentales que responde tu tesis “Canción Nueva. Canciones y movimientos sociales en Chile. 2005-2015?
-Soy cantautor y hace tiempo me preguntaba por uno de los caminos que en Latinoamerica y específicamente en Chile ha tomado la canción. Mi interés era observar la canción como un espacio artístico, pero también como una herramienta para expresar, en estos tiempos post dictadura, con una industria cultural en clara avanzada, me parecía un poco más confuso los límites que la misma cantautoría actual, proponía entre la música de masas, la música de protesta y de denuncia. La década a la que me remito, es justamente la más revuelta hasta ahora, luego de los años ‘80, pero me llamaba la atención que una vez recuperada la democracia, con varios gobiernos de izquierda encima, haya protestas tan fuertes y esta vez desde la provincia. En este estudio quise observar la relación entre las canciones con las problemáticas sociales que aquejan al país. Cómo se están escribiendo, dónde, por qué. Por ejemplo, qué ha sucedido en el Chile postdictatorial que aún aparecen obras vinculadas a la denuncia por violaciones a los derechos humanos, ¿por qué?
-¿Cuáles son los movimientos sociales que analizaste?
-El movimiento estudiantil hizo una fuerte crítica al sistema económico y pocas canciones hablan directamente desde el conflicto, se levantaron canciones importantes pero que fueron compuestas en época de dictadura o relacionadas a movimientos estudiantiles de la década de los 60, que hoy cobraron un nuevo sentido a la luz de estas demandas. Entramos en el análisis y descripción de la problemática del estado chileno con el pueblo mapuche y otros conflictos sociales que nos hablan de la intervención de megaempresas en comunidades pequeñas, movimientos socio ambientales. También una fuerte crítica general a la constitución de 1980 y a quienes la han mantenido, como la “matriz” de las graves problemáticas que se han generado en el país y abordamos la grave problemática social que produce el aislamiento y la lejanía de los gobiernos centrales a las demandas que desde principios del siglo XX levanta, por ejemplo, el pueblo patagónico.
La investigación duró tres años, demandó mucha conversación con cantautores vinculados con estos sucesos. Visitó a Pablo Colelo Hueche, cantautor y líder social mapuche: “pude compartir con su entorno musical, viajar con él poder observar un poco más cerca la tensa situación que se vive en la Araucanía, también mi vínculo personal con la Patagonia y con el movimiento social.
Para el cantautor este trabajo fue descubrir las múltiples formas de análisis y cuánta información se puede extraer de fenómenos musicales que muchas veces nos parecen casi cotidianos. Por lo demás, reforzó la convicción que la canción es una herramienta pedagógica muy potente. “Con mis estudiantes de básica desarrollo una unidad que busca poner en crisis la misma música que ellos escuchan, desde preguntas bien básicas pero que los hace pensar. Muchos de ellos terminan cambiando sus gustos musicales o afirmando que es buena la música que escuchan, pero lo importante es que lo hacen desde procesos que ellos mismos diseñan y ejecutan. Por otro lado, buscó también ampliar la visión con respecto al acontecer musical chileno, no todo pasa en Santiago. Hay mucha música “nueva” que ha nacido y está naciendo en regiones y que no tienen la más mínima intención de buscar espacios en la capital, muy saturada por lo demás, pero todas las lógicas de “consagración”, “masividad”, “estudio” y consolidación, se tejen desde la capital, si te fijas, solo en los fondos de cultura orientados a la producción musical, los músicos de provincia deben competir a la par con músicos que han logrado renombre en la capital y eso es injusto, no debiera ser así.
-¿Cuáles son tus planes a futuro ahora con Magíster en mano?
– Quisiera retomar esta tesis y transformarla en un libro que dé cuenta de este canto desde la provincia y de las realidades que estos lugares, apartados de la capital, están viviendo.
Links UAH:
Magíster en Musicología Latinoamericana
Facultad de Filosofía y Humanidades
Postgrado UAH
Ediciones UAH
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