¿Por qué?

Vivimos en un mundo definido por la velocidad de los cambios. Un mundo que necesita cada vez más de ideas, de pensamientos, de valores humanistas, de la empatía. ¿Cómo dotamos de significado a los cambios de hoy?
Quienes se desenvuelven en las Humanidades y en las Ciencias Sociales suelen ser quienes plantean las preguntas esenciales. Los que cuestionan el status quo. Los que, en medio del vertiginoso ritmo de la inmediatez, de los resultados, de la productividad, se preguntan por el sentido de lo que hacemos, el sentido del ser humano.
¿De qué modo participamos en la globalización si no comprendemos quiénes somos y qué es aquello que nos hace singulares como personas, como ciudadanos, como nación? Sin las Humanidades no es posible traer al presente las lecciones del pasado, ni comprender mejor lo que nos hace humanos a través del arte y otras manifestaciones de la cultura, ni dotar a los acelerados cambios científicos y tecnológicos de un marco ético. Sin las Ciencias Sociales -como la Economía, la Sociología, la Geografía-, no es posible transformar el crecimiento económico en verdadero desarrollo: aquel que, más que riqueza, lo que crea es una sociedad equitativa, justa, creativa, humana.
Textos y entrevistas del sitio: Carmen Sepúlveda, periodista.

El fin del mérito tramposo

Noviembre, 2021 | Calidad de vida, Cultura, Entrevista, Sociedad

Renato Moretti

Académico Facultad de Psicología UAH

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Se inventó como una manera de conciliar la democracia con las “inevitables” desigualdades sociales, pero su razón de ser pasó a justificar un orden de privilegios que permite a las élites desentenderse de la suerte de los que se desloman sin poder lograr sus metas. ¿Cómo controlar el mérito en un país tan desigual? El libro “Mérito y meritocracia. Paradojas y promesas incumplidas”, coeditado por Renato Moretti y Johana Contreras y que presenta Ediciones Universidad Alberto Hurtado, propone darle un nuevo lugar.

por Carmen Sepúlveda

Este libro se comenzó a escribir antes del estallido de octubre del 2019, porque el malestar social hacía vapor desde las escuelas, las universidades, el mundo laboral y el empresarial. En parte, implicaba una incomodidad constatar que a pesar de esforzarse o de tener una buena formación educativa o contar con capacidades, era imposible acceder a ciertos trabajos o posiciones que generaran un mejor vivir, mientras que otros, por tener una red social o nacer en cierta cuna, llegaban a esas posiciones; como algo “natural” u “obvio”.
Frente a esta realidad, es el momento de redefinir lo que es el mérito y darle un nuevo sentido. Estas preguntas se las hizo el coeditor del nuevo libro “Mérito y meritocracia. Paradojas y promesas incumplidas”, el psicólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Doctor en Sociología de la Universidad Alberto Hurtado, Renato Moretti, que presenta en esta publicación un “examen del mérito y la meritocracia y las relaciones problemáticas entre ambos términos”.

La relevancia de desmenuzar este concepto en la plaza pública y en la academia es porque en el Chile previo al 2019 el discurso del mérito se había extendido, sobre todo como una justificación de los privilegios y las postergaciones: “Las personas que estaban aventajadas socioeconómicamente señalaban estar ahí por su propio esfuerzo y por otra parte, los grupos subalternos asumían que por el esfuerzo podían progresar socioeconómicamente también. Con ese relato se intentaba ordenar la sociedad y se esperaba que se avanzara hacia una meritocracia. Pero ese discurso tenía muchas fisuras y las personas lo percibían (y lo siguen percibiendo). Entonces, post 2019 esa imagen de frentón se resquebrajó y entró muy fuerte una idea de derechos sociales para ordenar la sociedad, mientras que la lógica del mérito permanece anclada como una idea que en un futuro debería cumplirse. Ahí está la promesa incumplida. Sin embargo, el discurso del mérito se debe restringir, y funcionar en el contexto de una sociedad más justa”.

Un ser multiforme

– ¿Ustedes proponen el fin del mérito como un ideal? –
-No necesariamente. Asumiendo que es un fenómeno paradojal, necesitamos pensarlo desde un punto de vista en que las personas deben ser valoradas por sus talentos, por sus esfuerzos y porque aportan en un espacio más acotado, y articulándolo con lógicas de justicia inclusivas e igualitarias, nosotros invitamos en la introducción a hacer un examen en este ámbito, más que hacer una denuncia o disparar en contra del mérito. El libro no es pro ni anti mérito, va más por pensar que lo podemos regular. Lo que sí, estaría en contra de una meritocracia “salvaje”.

– ¿Qué se entiende como una meritocracia salvaje? –
-El uso abusivo de los sectores privilegiados para explicar por qué ellos están bien y el resto están mal, o la ilusión de personas no privilegiadas de deslomarse y también de tratar a los demás en una especie de lucha meritocrática, que hace que se pisen la cabeza unos con otros para llegar arriba. Esos salvajismos son enemigos de la sociedad, destruyen a las personas y echan a perder sus vidas y los hace ser infelices. Por eso hay que controlarlo, contrapesarlo y darle un justo lugar.

El rey desnudo

– ¿En qué momento se encuentra este ideal? –
– En mi interpretación, hoy el mérito es como el rey desnudo, todo el mundo ve que va desnudo, sabemos que va desnudo, aunque nos digan que va vestido. Sabemos que hay personas que pertenecen a una red de conexiones e incluso el “pituto” para los grupos populares implica reconocer que se está en una posición menos protegida, cuando dicen “justo conozco a alguien que nos puede ayudar” eso está diciendo que necesitamos a un amigo que nos conecte. En sectores privilegiados el “pituto para salvarse” no existe, ellos saben que por pertenecer a un colegio están destinados para conducir los destinos de la patria, de la empresa y se da como natural. Pero cuando cuentas el cuento de la meritocracia generas la expectativa: lo que nos contamos todos es que las personas están ahí porque hicieron un camino y una carrera, y constatas que eso no es tan así y ahí decimos que es una trampa. ¿Para qué estudio tanto, si lo que tengo que hacer es construir redes?

– ¿De qué manera dice el libro que podemos avanzar y controlar este orden? –
-Desde el punto de vista cultural los valores del mérito están instalados, es difícil que alguien en Chile esté en contra de que una persona empeñosa y talentosa tenga una posición de responsabilidad y mejor salario. Pero desde el punto de vista político, la pregunta es cómo nos ponemos de acuerdo en cómo debiese funcionar la sociedad, y que la sociedad funcione como decimos que debe funcionar. Chile avanza de a poco con el proceso constituyente y es una oportunidad para ese tipo de reflexiones, pero es un trabajo muy lento y a largo plazo.

“Hay que pensar en mejorar mecanismos más locales”

– ¿Y cómo se resuelve el mérito tramposo? –
– Hay cuestiones que son globales, como las grandes reglas políticas y los grandes acuerdos normativos. Pero también hay que pensar en mecanismos concretos. Por ejemplo, la Alta Dirección Pública es un mecanismo que impide el cuoteo partidario, y bien hecha justamente lo que hace es separar el tema de las redes y la pertenencia. En lo laboral, abordar el discurso del mérito, por ejemplo, en la selección: quienes seleccionan personal perciben que las decisiones finales para contratar pasan por subjetividades, como que tincó esta persona, o le cayó bien a alguien y se elige. En educación, incluso si fuera plenamente justa en el sentido del acceso, eso no te asegura que no surjan irracionalidades. Cuando se es educador hay un montón de sesgos que hacen que un alumno parezca más meritorio que otros, y eso tiene consecuencias. Hay que asumir que es un desafío permanente y no se puede llegar a una meritocracia perfecta… Y dios nos libre de que eso ocurra. porque la meritocracia pura erosiona a la sociedad, los perdedores de la meritocracia, que son la mayoría, lo pasan mal. En una meritocracia salvaje esas personas pierden derechos, tienen menos legitimidad para opinar y aspirar a buenos estándares de vida y entonces, si funciona bien es un nuevo infierno. Es complicado y debe estar equilibrada con otras lógicas de justicia.

– ¿Qué de diferente se va a encontrar el lector en esta publicación? –
-En primer lugar, el libro especifica que lo meritocrático es un elemento que forma parte de la construcción de desigualdades. La sociedad está estratificada por un conjunto de reglas que le van dando forma, y dentro de ese conjunto, este es un doble click en algunos de esos códigos. Lo segundo, es que hace un zoom en campos más específicos como son el trabajo y la educación. Aunque la primera sección refiere a la sociedad chilena, también refiere a la ideología y al género, no es un libro global sobre “la sociedad”. Y la tercera, es que complementa respecto a algunas obras de la meritocracia que se están leyendo en Chile, en particular a un par de libros como el de Michael J. Sandel o el de Shamus Khan, y ahí lo que pensamos es que hay que tener cuidado, porque uno no puede trasplantar debates de un lado a otro del mundo y descontextualizarlos, porque eso puede deformar lo que quieres comprender. El libro es más empírico respecto a la realidad chilena, y dialoga con investigaciones como las de Kathya Araujo o Juan Carlos Castillo. Pero hay que hacer crecer el tema y quisimos aportar menos desde la reflexión normativa, y mostrar más cómo opera o cómo ha operado la dimensión de lo meritorio y lo meritocrático.

Links UAH:
Libro: Mérito y meritocracia, Paradojas y promesas incumplidas
Renato Moretti, Académico Facultad de Psicología UAH
Postgrado UAH
Ediciones UAH

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