¿Por qué?

Vivimos en un mundo definido por la velocidad de los cambios. Un mundo que necesita cada vez más de ideas, de pensamientos, de valores humanistas, de la empatía. ¿Cómo dotamos de significado a los cambios de hoy?
Quienes se desenvuelven en las Humanidades y en las Ciencias Sociales suelen ser quienes plantean las preguntas esenciales. Los que cuestionan el status quo. Los que, en medio del vertiginoso ritmo de la inmediatez, de los resultados, de la productividad, se preguntan por el sentido de lo que hacemos, el sentido del ser humano.
¿De qué modo participamos en la globalización si no comprendemos quiénes somos y qué es aquello que nos hace singulares como personas, como ciudadanos, como nación? Sin las Humanidades no es posible traer al presente las lecciones del pasado, ni comprender mejor lo que nos hace humanos a través del arte y otras manifestaciones de la cultura, ni dotar a los acelerados cambios científicos y tecnológicos de un marco ético. Sin las Ciencias Sociales -como la Economía, la Sociología, la Geografía-, no es posible transformar el crecimiento económico en verdadero desarrollo: aquel que, más que riqueza, lo que crea es una sociedad equitativa, justa, creativa, humana.
Textos y entrevistas del sitio: Carmen Sepúlveda, periodista.

Daniela Alegría y Lieta Vivaldi: Por una sociedad más equitativa que ponga en el centro a las personas

Julio, 2024 | Calidad de vida, Entrevista, Sociedad

El envejecimiento de la población en Chile y la creciente demanda por cuidados ponen en evidencia la urgente necesidad de asumir e incorporar los cuidados como una responsabilidad que nos compete a todos y todas. El libro “Reflexiones feministas sobre los cuidados”, editado por las académicas de la Universidad Alberto Hurtado Daniela Alegría y Lieta Vivaldi resalta la importancia de abordar esta temática desde una perspectiva integral, destacando tanto el valor económico del trabajo no remunerado como la necesidad de políticas públicas inclusivas y equitativas.

 

A principios de julio (2024), el Hogar de Cristo dio a conocer el informe ¿Dónde envejecer? Estándares de calidad en la atención domiciliaria para personas mayores en Chile. Para 2050, según estimaciones del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 32% de la población chilena corresponderá a personas mayores. La demanda por cuidados irá en aumento, a la vez que disminuirá la oferta, principalmente por la reducción de las familias y por la necesidad de remuneración de quienes cuidan.

Días antes de la publicación de ese informe, el martes 25 de junio, las académicas de la Universidad Alberto Hurtado Lieta Vivaldi y Daniela Alegría —de las facultades de Derecho y de Filosofía y Humanidades, respectivamente— presentaron el libro Reflexiones feministas sobre los cuidados (LOM), en el que ofrecen una compilación de variados puntos de vista en torno a los cuidados: desde quienes los ejercen y los reciben; profesionales de la salud; exponentes de movimientos sociales y feministas, hasta voces académicas en los ámbitos jurídico, filosófico y político.

Con el objetivo de realizar una estimación del aporte al país del trabajo doméstico no remunerado (TDNR), el Banco Central entregó en 2020 un informe que señalaba —en base a la última Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo, realizada por el INE en 2015— que el TDNR alcanzaría a 2020 el 25,6% del producto interno bruto (PIB) ampliado; cifra que engloba: (1) el trabajo de cuidado no remunerado a integrantes del hogar, (2) el trabajo doméstico no remunerado para el propio hogar, y (3) el trabajo doméstico no remunerado para otros hogares. En el caso de las mujeres, el tiempo dedicado a cuidados es 2,8 veces mayor al que dedican los hombres.

De ahí la importancia del libro Reflexiones feministas sobre los cuidados, en cuya presentación participó la expresidenta Michelle Bachelet haciendo un repaso por la trayectoria de los cuidados en nuestro país, a los que catalogó como “esenciales en toda sociedad, tanto para el bienestar individual como para el de las comunidades”.

Fue en sus dos gobiernos —el primero entre 2006 y 2010, y el segundo entre 2014 y 2018— en los cuales se realizaron avances en esta materia, con la implementación de Chile Crece Contigo, enfocado en la primera infancia, y Chile Cuida, para responder a las necesidades de personas mayores; programas que cimentaron el camino al Sistema Nacional Integral de Apoyos y Cuidados impulsado por el presidente Gabriel Boric, que —entre otras medidas— contempla un 20% de aumento en el presupuesto asignado a cuidados, en base a los resultados de la Encuesta Nacional de Discapacidad y Dependencia (ENDIDE 2022) cuyo resultado es que alrededor de 1,5 millones de personas están en situación de dependencia, de las cuales 420.000 se encuentran con dependencia severa.

“La lucha por los derechos de las mujeres y por la equidad de género es una batalla constante que requiere nuestro compromiso inquebrantable. Sería imposible alcanzar la equidad de género si no enfrentamos la desigual distribución de los cuidados”, manifestó la expresidenta Bachelet en la Universidad Alberto Hurtado al presentar el libro.

Lieta Vivaldi, doctora en Sociología por Goldsmiths College, Universidad de Londres, académica del Departamento de Ciencias del Derecho y directora del Programa Género, Derecho y Justicia Social de la Facultad de Derecho UAH, y Daniela Alegría, doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid,  académica del Departamento de Filosofía y directora del Diplomado en Cuidados con Perspectiva de Género de la Facultad de Filosofía y Humanidades UAH, se conocieron en el Centro de Estudios de Ética Aplicada de la Universidad de Chile en época de pandemia, por Zoom. Ambas estaban interesadas en la ética del cuidado, interés que tomó fuerza durante los procesos constitucionales que se llevaron a cabo en Chile en los años 2022 y 2023, en los cuales la Universidad Alberto Hurtado tomó un papel protagónico, promoviendo la Iniciativa Popular de Norma N° 075-4 que consagraba el derecho a los cuidados.

Ambas, Daniela y Lieta, se propusieron hacer un seminario en torno al tema, el que se llevó a cabo en agosto de 2022 en la UAH y en el que participaron personas ligadas a los cuidados desde diferentes ámbitos, desde la profesora y activista Joan C. Tronto —que aboga por un cuidado democrático—, pasando por textos políticos, como el de Pamela Soto, acerca de la biopolítica en el Chile neoliberal; textos desde la medicina y la enfermería, como los de Constanza Micolich, Mariana Dittborn y Mirliana Ramírez; textos acerca de la teoría de la reproducción social, como los de Sara R. Farris, Valentina Álvarez y Rosario Fernández; textos filosóficos, como los de Luciana Cadahia, Nicole Darat y el de la misma Daniela Alegría (ed.); textos jurídicos, como el de Lieta Vivaldi (ed.) con Nicolás Reid, que aborda el concepto de interdependencia en un contexto de relevancia político-social. También están los textos de Javiera Aliste, Gem Aliste y Alejandra Poillot, sobre los cuidados trans; y otros más desde la psicología, como los de Constanza Michelson y Alejandra Rossi; hasta voces testimoniales y desgarradoras, como los textos de Lucha Venegas y Mariela Serey.

A partir de ese seminario nació este libro: una compilación de gran parte de las temáticas.

—Puede sonar de perogrullo, pero ¿por qué abordar los cuidados desde reflexiones feministas?

Daniela Alegría (DA): Creo que una forma feminista de entender los cuidados tiene que ver con entenderlos y ser conscientes de lo privado y lo público, y comprender que no solamente las familias pueden hacerse cargo de los cuidados. Por ejemplo, a veces dentro de las familias ocurren abusos y no puede ser posible que hijos que hayan sufrido algún tipo de vulneración sean socialmente obligados a cuidar de sus padres. Además, reflexionar sobre cómo el cuidado recae mayormente en las mujeres y comprender la importancia de nociones como interdependencia o nuestras responsabilidades relacionales, en contraposición a comprender a los individuos aislados, independientes y en extremo competitivos.

Lieta Vivaldi (LV): Estamos en una época en que se discute mucho qué es ser feminista, pero básicamente creo que es una manera de ver el mundo de una forma transformadora, de cambiar los roles que tenemos en la sociedad, de dejar una vida más justa para todas las personas. En ese sentido, una mirada feminista no solo favorece a las mujeres, sino a todas las personas, para que podamos ser más libres. Las mujeres hemos tenido un rol mucho más preponderante en los cuidados, que a veces tiene como consecuencia la injusticia. Porque muchas veces, para cuidar, las mujeres tienen que aplazar su vida personal. Obviamente, si estuviera más repartido en la sociedad, con más Estado involucrado, con privados, sería mucho más justo para todos y todas.

—¿Cómo se podría involucrar más la sociedad y el Estado en los cuidados?

LV: Buscando mayor justicia, haciendo políticas públicas que no estén dirigidas solo a las mujeres sino a la redistribución de los cuidados. Se trata, como dice Joan Tronto, de hacer una democracia de los cuidados: que no solo podamos participar más en las decisiones públicas, sino que además podamos distribuir de mejor forma los cuidados, de hacer una sociedad más horizontal donde los derechos no estén condicionados por raza, género o clase, como sucede hoy en día.

—¿Cómo podríamos impulsar esa democracia de los cuidados para conducir el cambio de paradigma?

LV: Desde la educación: desde lo que inculcamos a niñas y niños, de enseñar que las personas nos preocupemos unas de otras. Pasa por contemplar el trabajo muchas veces invisible que hacen nuestras madres o padres, nuestros compañeros y compañeras de trabajo, de pensar que vamos a un baño limpio gracias a que alguien lo limpió. En el fondo, se trata de ver nuestro espacio y analizar de qué forma podemos contribuir a una sociedad más justa.

—¿Cómo el modelo económico ha influido en la concepción actual de los cuidados en una sociedad como la nuestra?

DA: El modelo ha favorecido a las empresas que han capitalizado bien el tema de los cuidados. Por ejemplo, vemos comerciales de aerolíneas que dicen que te cuidan o que venden la idea del autocuidado, como si se tratara de comprar velas e inciensos y eso fuera el autocuidado. Creo que es bastante común ver cómo se han capitalizado los cuidados a través del llamado carewashing. Ahora todo tiene esa imprenta y todo te cuida. Uno tiene la responsabilidad de ver que no es así, que las empresas están cuidando sus propios intereses y no los de las personas. Por eso es importante poner siempre al centro las personas y dar a los cuidados el lugar que tienen en la sociedad.

—¿El libro contribuye a ese cometido?

DA: El libro apunta a ver los cuidados de manera integral. Por ejemplo, hay un capítulo donde se habla de las personas con enfermedades raras y de cómo el Estado pareciera no considerarlas, al menos no todas. También hay testimonios de cuidados, reflexiones filosóficas, desde el derecho, la sociología, la medicina, entre otras. ¿Cómo nos hacemos cargo del cuidado como sociedad? Hacerse cargo pasa por entender que somos seres interdependientes que necesitamos de otros para poder vivir, y por comprender que todos tenemos algún grado de vulnerabilidad, que muchas veces cuidamos y en alguna u otra medida necesitamos cuidado. En ese sentido, este libro aporta en analizar qué significa de verdad el cuidar e invitar a seguir reflexionando sobre este tema.

LV: El libro es una invitación a seguir construyendo espacios de conversación y de diálogo, porque el derecho a los cuidados involucra el derecho a cuidar, a ser cuidado y al autocuidado. Tres esferas que son imposibles si las personas no nos tenemos las unas a las otras, si no podemos confiar en nosotros mismos como comunidad. Por eso, también, es un llamado a que nos cuidemos y que empecemos a respetar nuestras diferencias, en vez de seguir tratando de resaltar cada uno individualmente.

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