Pauline Lipman: “El colegio debe ser un santuario de defensa de los alumnos migrantes”
¿Se puede desde la matemática generar pensamiento crítico? Para la investigadora de la Universidad de Chicago, Pauline Lipman no sólo se puede, es un deber. Aquí la destacada académica, miembro del cuerpo de liderazgo de Profesores para la justicia social de la Universidad de Chicago, entrega el modelo que implementó en Estados Unidos y que pone en el centro alumnos empoderados a partir de la rigurosa práctica de pensar y reflexionar.
Invitada a nuestro país por la Universidad de Chile y la Universidad Alberto Hurtado, La destacada académica es pieza clave en proyectos de defensa de la educación pública, diversa, de calidad y en la implementación de un modelo escolar que forme actores críticos.
Considera que los problemas de segregación educativa en Chile son muy parecidos a los de Estados Unidos. La razón: un dato histórico. El sistema educativo chileno fue un laboratorio para implementar el modelo neoliberal, que en los ‘90 se exportó a escuelas públicas de Estados Unidos. Lo que trajo como consecuencia el cierre de colegios de sectores suburbanos, la instalación de valores como la competencia, la educación como un bien de consumo y la presión a los profesores con evaluaciones de test tipo SIMCE.
Según Lipman “nuestras luchas” (la de Chile y Estados Unidos) son muy similares. “Nosotros también vivimos la privatización en la educación y todas estas políticas que hacen que las inequidades se vuelvan peor, porque es un proyecto que prepara una fuerza laboral estratificada y hace que los padres se transformen en consumidores”, dice.
Como Directora de la unidad Colaboración para la Equidad y la Justicia en la Educación y docente de la Universidad de Illinois, y miembro del cuerpo de liderazgo, defiende aulas antirracistas, multiculturales y multilingües, que funcionen bajo el principio de que todos los niños deben tener una educación académicamente rigurosa que les ayude plantear preguntas críticas sobre su entorno y realidad sociopolítica.
Su investigación interdisciplinaria se centra en la raza, la desigualdad de clases, la globalización y la economía política de la educación en contextos urbanos (sectores vulnerables).
Para avanzar hacia una sociedad mejor defiende que las sociedades deban poner en el centro de la discusión una educación que no solo tolere las diferencias culturales, sino que las valore y las acoja.
Lipman en el contexto global de las dificultades y en especial frente a las políticas racistas de la administración del Presidente Donald Trump, considera que es una oportunidad para organizarse y defender los derechos y la dignidad de los alumnos de familias migrantes.
En sociedades cada vez más mercantilizadas es una comunidad participativa y coordinada la que puede generar un cambio social, explica. ”Pero si los estudiantes construyen en la sala de clases conciencia, pueden armar pensamiento crítico y eso ayuda. Cada cambio que ha sucedido en Estados Unidos ha tenido que ver con la participación de movimientos sociales”, dice.
Aquí parte del modelo educativo de Chicago que entiende que los colegios deben ser un “santuario de la defensa de los alumnos migrantes”. Proyecto que puede convertirse en una fórmula de excelencia en defensa de una educación más igualitaria en países con altos índices de segregación.
-Si queremos alumnos críticos: ¿Cómo debería ser el profesor?
– El primer paso es que los estudiantes puedan examinar su realidad social en el marco de estos sistemas de opresión.
En mi universidad hay unos profesores que dan lecturas a los estudiantes para profundizar en el entendimiento de temas relacionados con la inequidad, generada a partir del capitalismo, el racismo, el clasismo y el patriarcado en contextos globales.
El proyecto a largo plazo que tenemos en nuestra universidad es que los jóvenes tengan una perspectiva crítica respecto al mundo y que ellos comiencen a realizar preguntas y desarrollen un pensamiento sociopolítico.
-Siempre está la pregunta de cómo usar ese análisis político para desarrollar un currículum y una pedagogía.
-En Chicago tenemos varios profesores que indagan en sus propios estudiantes acerca de la realidad social en sus escuelas, y usan la matemática, la ciencia y el arte para analizar sus contextos sociales. Y eso requiere a profesores con una conciencia sociopolítica, un conocimiento pedagógico crítico, y también que sean expertos en su asignatura.
– ¿Qué impacto tiene esta educación en sistemas donde las decisiones globales las toma la elite tanto política como económica?
-No creo que un cambio que sólo sucede en la sala de clases tenga un impacto en el sistema. Cuando enseñamos pedagogía crítica, los estudiantes desarrollan una conciencia política y pueden pelear por sus propias realidades sociales. Esas peleas pueden ser desde la comida que no les gusta en a políticas que tienen que ver con disciplinas coercitivas o el racismo en la escuela. Ellos no tienen necesariamente que involucrarse en un gran movimiento social, pero si se transforman en actores sociales pueden cambiar su propia realidad.
-¿En Chile el movimiento migratorio puso a los profesores en un espacio donde tienen que trabajar la multiculturalidad donde no siempre están preparados? ¿Qué desafíos implica?
-La mayoría de las ciudades en Estados Unidos son racialmente y étnicamente diversas. Este es un gran desafío porque los trabajadores de los colegios vulnerables son mayormente blancos. Hay que educar y reeducar a los profesores, no sólo para respetar y acoger a distintas culturas sino para entender que estas culturas están moduladas por relaciones de poder. No es sólo que tengamos diferencias, estas diferencias están construidas por relaciones de racismo y discriminación hacia los inmigrantes.
-¿Qué significa reeducar a los profesores?
-Que ellos puedan desarrollar un entendimiento sociopolítico y desde ahí cambiar muchas políticas educacionales. Reeducar para acoger y apoyar o fomentar diferentes lenguajes, diferentes prácticas culturales, mirar el currículum que ha sido históricamente eurocentrista que reproduce la inequidad de raza, género y clase. En este momento las escuelas deben defender a los estudiantes inmigrantes contra políticas muy duras que han sido aprobadas por el gobierno de Donal Trump. En Chicago tenemos un proyecto para que las escuelas sean santuarios seguros que los protejan.
-La crisis que ha implementado el presidente de Estados Unidos puede tomarse como una oportunidad para la organización social. ¿Cómo lo ve usted?
-Es una oportunidad para que se organicen apoderados, estudiantes y comunidades. En Chicago tenemos una coalición que se compone de organizaciones afroamericanas, asiáticas y latinas. Y el mensaje es que deben trabajar juntas.
¿Qué le pasa a un país que continúa con prácticas de segregación escolar?
-Una de las cosas que hemos aprendido en los 20 días de delegación y trabajo en Chile es que aunque nuestras historias y contextos sean diferentes, tenemos realidades sociales similares. En Estados Unidos la educación es extremadamente segregada y no equitativa.
La educación que nuestros estudiantes merecen debería ser un reflejo del mundo que queremos tener. Podemos hablar de cosas específicas, una educación humanizadora en el espíritu de Paulo Freire, o hablar de una educación que prepara a todos los estudiantes con un conocimiento académico y social profundo que les permita lograr su propio potencial, o una educación con una ética de responsabilidad y cuidado colectivo. Esencialmente una educación centrada en los humanos y no en una educación instrumental. Todo parte si nosotros podemos visualizar juntos el tipo de mundo que queremos ver, y desde ahí debemos decir qué tipo de educación queremos. Si no lo tenemos claro, es muy complejo avanzar. Pauline Lipman
Agradecimientos a
Colegio de Profesores de Chile.
Universidad de Chicago.
Campaña Alto al Simce.
Fondecyt regular N°1160445.
Red Estrado. Proyecto basal FB 0003/PIA Conicyt
y EPES (Equipo de Psicología, Educación y Sociedad de la Universidad de Chile).
Programa de Pedagogía para Profesionales y el Doctorado en Educación UAH / UDP.
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